Pregunta: ¿Cómo dejar de ser un obseso del control? Quiero dejar de intentar controlarlo todo y de microgestionar a los demás, pero no sé por dónde empezar. Me angustio cuando las cosas no son exactamente como yo creo que deberían ser. Me estresa y me hace alejarme de los demás. ¿Puede ayudarme?
Respuesta: Según mi experiencia, la necesidad de controlar tu entorno y a las personas que te rodean suele tener su origen en experiencias de la infancia:
Niños parentizados
Lo más habitual es que esa persona fuera "parentified"cuando era pequeño. Esto significa que uno o más adultos a su alrededor actuaban de forma inmadura, necesitada o impredecible. Directa o indirectamente, pueden haber indicado que el niño necesitaba responsabilizarse y manejar la situación.
Puedes imaginarte (y quizás hayas experimentado) lo aterrador que puede ser esto para un niño. En lugar de ser protegido, guiado y enseñado a enfrentarse a los retos por los adultos que deberían hacerlo de forma natural, el niño es empujado al papel de ayudante, o incluso de protector, con poca experiencia, poder o autoridad para hacerlo de forma eficaz.
Los niños pequeños piensan en términos simples y generalizados. Tienen poco sentido del matiz o la complejidad. Aún no tienen la perspectiva para discernir lo que es tolerable y lo que no, o lo que podría tener consecuencias graves frente a lo que probablemente no las tenga. Para un niño, todo es importante, intenso y absoluto: todo o nada. Los niños parentizados suelen sentir: o lo tengo todo bajo control, o todo se desmoronará y vendrá algo horrible.
Perder el control (algo que, por supuesto, suele ocurrir a los niños parentizados a pesar de sus mejores esfuerzos) puede acarrear culpabilidad, sensación de inadecuación y un miedo casi mortal a perder a uno de los padres o a toda la familia. También puede dar lugar a que el niño sea criticado o rechazado por uno o más miembros de la familia. Estas experiencias moldean el desarrollo mental y emocional del niño, influyendo en sus expectativas del mundo y de las relaciones.
Incluso de adultos, a menudo siguen sintiendo que si no tienen control sobre su entorno, las cosas se desmoronarán rápidamente y serán rechazados. Una persona que no pudo confiar en la fiabilidad de sus propios padres, a menudo puede sentir falta de confianza en otras personas importantes. Irónicamente, el mismo comportamiento que una vez mantuvo a raya el caos y el rechazo, ahora puede conducir al rechazo en la edad adulta.
Modelos parentales
Las personas cuyos padres eran muy críticos y controladores pueden adoptar este comportamiento como algo perfectamente normal y esperado. Pueden percibir el comportamiento controlador como una expresión de amor y cariño.
Dado que los padres controladores suelen guiarse por el miedo, el niño puede absorberlo y formarse la creencia de que el mundo es un lugar peligroso e impredecible. Para los niños pequeños, el miedo de sus padres suele ser mucho más impactante que el suyo propio, ya que determina su forma de ver el mundo e interactuar con él.
Trauma, abuso o negligencia
En situaciones de trauma y abuso, los niños (y los adultos) pueden sentirse totalmente impotentes, perdidos y abrumados. Pueden probar varias estrategias de afrontamiento y, en última instancia, adoptar las que les parezcan más eficaces. Si descubren que intentar controlarlo todo les ayuda a gestionar su ansiedad, adoptarán ese comportamiento como mecanismo de protección. Como en los casos anteriores, también pueden sentirse excesivamente responsables de todo lo que les rodea.
Un niño desatendido puede asumir demasiadas responsabilidades en un esfuerzo por demostrar su valía. Puede descubrir que controlar a la gente y las circunstancias le proporciona atención y aprobación. Cuanto más se refuerzan estas pautas a lo largo del tiempo, más arraigado queda el comportamiento, que a menudo se prolonga hasta la edad adulta.
Rasgos heredados
La ansiedad y el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) pueden tener raíces biológicas. Experiencias traumáticas en generaciones pasadas pueden haber provocado cambios en el ADN que se transmitieron a los descendientes de las personas afectadas. Aun así, suele ser el entorno el que activa y moldea el desarrollo de nuestro potencial genético.
¿Cómo perder el control?
Entonces, ¿cómo dejar de ser un obseso del control? En primer lugar, basándote en la información anterior, empieza por reconocer tus emociones e identificar de dónde vienen. Pregúntate a ti mismo: ¿Qué temo que ocurra si no intervengo? ¿Por qué no confío en que otros se ocupen de las cosas? ¿Qué edad tengo cuando siento ese miedo? ¿Qué me recuerda? ¿A qué emociones temo realmente? ¿Cómo podría afrontar esas emociones de otra manera?
En segundo lugar, recuérdate a ti mismo que ya no eres un niño a merced de los demás. Si ocurre lo que te preocupa, por ejemplo, que llegues tarde o que un niño se haga un pequeño rasguño, ¿es realmente tan terrible? ¿Cómo te las arreglarás si ocurre? ¿Qué probabilidades hay de que ocurra? Aunque hay cosas que merece la pena prevenir, hay muchos pequeños problemas que no importan tanto como pensamos o que es improbable que ocurran. Recuerda que si te arriesgas a enemistarte con la gente por cosas sin importancia, probablemente no merezca la pena.
En tercer lugar, practique la pérdida de control en pequeños pasos. ¿Qué cosas pequeñas y manejables puedes permitirte sin sentirte abrumado? (No te vayas a los extremos ni ignores el sentido común, por supuesto.) Prueba quizá a no limpiar inmediatamente cada pequeño desorden, a dejar que un niño rompa un juguete o a llegar 5 minutos tarde. Si no ocurre nada malo, reconózcalo y disfrute del alivio. Si ocurre algo ligeramente desagradable, permítase sentir las emociones sin dejarse llevar por el pánico. De nuevo, piense de dónde vienen esos sentimientos y sea amable consigo mismo mientras los procesa. Puede que descubras que no es tan difícil de gestionar como imaginabas.
En cuarto lugar, cuando algo te moleste de verdad, pero sepas que es un problema menor, haz tus peticiones a los demás de forma considerada y respetuosa, en lugar de culpar o exigir. Por ejemplo: "Sé que no importa que lleguemos un poco tarde, pero por alguna razón me molesta. ¿Podrías hacerme el favor de darte prisa? Asumir la responsabilidad de tus sentimientos, en lugar de insistir en que tú tienes razón y los demás no, tiene un impacto mucho mayor en las relaciones.
Por último, ten en cuenta que algunas personas son tachadas de "controladoras" por individuos egoístas o narcisistas que no quieren cooperar ni ser considerados. Conozca la diferencia. Encuentre su sentido interno del equilibrio. Reconoce lo que realmente te importa y por qué. Si sientes que alguien te está manipulando o chantajeando emocionalmente pero no estás seguro de quién tiene razón, busca la opinión de personas maduras y de confianza.
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